Nuestro habitual colaborador en comentarios POTEMKIN, nos ha enviado esta entrada sobre el caso del derrame de petróleo en un pozo de la BP. Bienvenida esta colaboración. Les recuerdo a los lectores que pueden también escribir sus entradas. Todo lo que tienen que hacer es enviarme un correo solicitando la autorización. Yo los habilito y recibirán por correo las instrucciones para empezar a escribir (FAZ).
18 de junio 2010
Lo que ahora todos reconocen como una debacle en el Golfo de Méjico, incluyendo a la dirigencia de la BP, tiene numerosas causas que se entretejen y que son material de análisis para escuelas de ingeniería y de gerencia durante muchos años. Por supuesto, no es el propósito de esta nota pretender clarificar el origen de lo que allí está ocurriendo. El propósito es más bien comentar una de las características que se repiten con otros grandes siniestros, en los cuales las responsabilidades se reparten entre grandes interesen económicos privados y uno o más gobiernos. Inicialmente, cuando se supo del accidente en el G de M, la información dada por la BP dejaba la sensación de que era una mera calamidad con un saldo trágico de 11 muertos. Esos primeros comunicados no permitían inferir de manera racional que las consecuencias fueran peores que las de otros accidentes, como por ejemplo el que tuvo lugar en una de las refinerías de la BP en Texas City en el 2005. En realidad, internamente los técnicos de la BP posiblemente conocían la gravedad del accidente, pues más tarde quedó claro que nadie tenía experiencia en accidentes a esas profundidades. Inicialmente, la BP dijo que la fuga de petróleo era del orden de unos 1.000 barriles diarios. Luego, a los pocos días, ante la evidencia de las dimensiones del derrame, dijo que debía ser del orden de 5.000 barriles diarios. Luego admitió que podían ser 15.000. Sin embargo, este blogger es seguidor de las noticias, para muchos tediosas, del mundo del petróleo. En sitios en los cuales escriben expertos del mundo petrolero que no están comprometidos con visiones corporativas (www.theoildrum.com), la especulación hacia principios de mayo ya era que el derrame podría llegar a ser hasta de unos 70.000 barriles diarios. Cuando leí aquella entrada confieso que fui bastante escéptico, pues en la prensa mundial se seguía dando como cierta la cifra reportada por la BP, y aceptada inicialmente por el gobierno de los EEUU, de 5.000 barriles diarios. A la fecha de esta entrada, la BP reconoce que el derrame puede estar entre 40.000 y 60.000 barriles diarios. Aunque creo que existe un componente de manipulación en esos despachos oficiales, también creo que el componente dominante es el autoengaño. Los medios de relaciones públicas de las grandes empresas, así como los de los gobiernos, aun cuando intuyen las verdaderas dimensiones de una tragedia, no se pueden atraer con la rapidez debida a comunicar sus escenarios más temidos.
Como se puede sospechar fácilmente, convencerse en contra de la evidencia no es exclusivo de eventos como los del G de M. En realidad hay asuntos que pueden revestir mucha mayor gravedad en los cuales ese fenómeno se presenta. En particular todo lo relacionado con el suministro global del petróleo, tema que será objeto de comentario de otra entrada.
18 de junio 2010
Lo que ahora todos reconocen como una debacle en el Golfo de Méjico, incluyendo a la dirigencia de la BP, tiene numerosas causas que se entretejen y que son material de análisis para escuelas de ingeniería y de gerencia durante muchos años. Por supuesto, no es el propósito de esta nota pretender clarificar el origen de lo que allí está ocurriendo. El propósito es más bien comentar una de las características que se repiten con otros grandes siniestros, en los cuales las responsabilidades se reparten entre grandes interesen económicos privados y uno o más gobiernos. Inicialmente, cuando se supo del accidente en el G de M, la información dada por la BP dejaba la sensación de que era una mera calamidad con un saldo trágico de 11 muertos. Esos primeros comunicados no permitían inferir de manera racional que las consecuencias fueran peores que las de otros accidentes, como por ejemplo el que tuvo lugar en una de las refinerías de la BP en Texas City en el 2005. En realidad, internamente los técnicos de la BP posiblemente conocían la gravedad del accidente, pues más tarde quedó claro que nadie tenía experiencia en accidentes a esas profundidades. Inicialmente, la BP dijo que la fuga de petróleo era del orden de unos 1.000 barriles diarios. Luego, a los pocos días, ante la evidencia de las dimensiones del derrame, dijo que debía ser del orden de 5.000 barriles diarios. Luego admitió que podían ser 15.000. Sin embargo, este blogger es seguidor de las noticias, para muchos tediosas, del mundo del petróleo. En sitios en los cuales escriben expertos del mundo petrolero que no están comprometidos con visiones corporativas (www.theoildrum.com), la especulación hacia principios de mayo ya era que el derrame podría llegar a ser hasta de unos 70.000 barriles diarios. Cuando leí aquella entrada confieso que fui bastante escéptico, pues en la prensa mundial se seguía dando como cierta la cifra reportada por la BP, y aceptada inicialmente por el gobierno de los EEUU, de 5.000 barriles diarios. A la fecha de esta entrada, la BP reconoce que el derrame puede estar entre 40.000 y 60.000 barriles diarios. Aunque creo que existe un componente de manipulación en esos despachos oficiales, también creo que el componente dominante es el autoengaño. Los medios de relaciones públicas de las grandes empresas, así como los de los gobiernos, aun cuando intuyen las verdaderas dimensiones de una tragedia, no se pueden atraer con la rapidez debida a comunicar sus escenarios más temidos.
Como se puede sospechar fácilmente, convencerse en contra de la evidencia no es exclusivo de eventos como los del G de M. En realidad hay asuntos que pueden revestir mucha mayor gravedad en los cuales ese fenómeno se presenta. En particular todo lo relacionado con el suministro global del petróleo, tema que será objeto de comentario de otra entrada.
Comentarios