El gobierno debe incurrir en unos gastos enormes para enfrentar la emergencia sanitaria y sus consecuencias económicas. Debe también conseguir los recursos.
Mayores gastos, menores ingresos
Tal vez sobre decir en estos momentos que el
estado colombiano, especial, pero no únicamente el gobierno nacional, está
enfrentando unos retos gigantescos desde el punto de vista fiscal. Estos retos
tienen que ver con la necesidad de un incremento considerable en los gastos
necesarios para enfrentar la emergencia sanitaria y sus consecuencias
económicas, así como con la caída de ingresos derivados de los impuestos.
Recapitulemos.
Desde el punto del gasto es necesario aumentar
considerablemente el de salud, para ampliar la capacidad de atender un número
de pacientes que sigue creciendo todavía de manera exponencial. Es necesario invertir por lo tanto en
ampliación en la capacidad hospitalaria, especialmente de unidades de cuidado
intensivo, en respiradores, en aumentar el recurso humano en personal de salud
(médicos, enfermeras, y otro personal paramédico), y en la adquisición de los
equipos y reactivos necesarios para aumentar el número de pruebas de
diagnóstico, para nombrar solo las prioridades más claras. Por otro lado, las
medidas de aislamiento obligatorio correctamente tomadas para prevenir una
temprana extensión de la epidemia, han dificultado que una parte muy importante
de la población, la vinculada a actividades informales, pueda generar ingresos.
Es necesario por lo tanto apoyarlas con la mayor urgencia. En fin, miles de
empresas de todos los tamaños enfrentan hoy una interrupción en sus flujos de
caja, que les impide continuar pagando a sus trabajadores y a sus proveedores.
Hay algo que hacer también para correr en su auxilio.
Frente a esta situación los ingresos del
gobierno central están cayendo y lo seguirán haciendo en los próximos meses. En
primer lugar, la caída en los precios del petróleo en un 52% en lo corrido del
año, y su consecuencia en el ingreso nacional (por el deterioro en los términos
de intercambio), significará de inmediato un menor recaudo por concepto de IVA,
y de retenciones. Para el año entrante, ello se verá en un menor valor a pagar
por impuestos de empresas petroleras, especialmente Ecopetrol y posiblemente en
la no generación de utilidades para esta compañía, de la cual el gobierno
nacional es dueño en un 88,5%. El Marco
Financiero de Mediano Plazo de 2019, presentado por el gobierno a mediados del
año anterior, se hizo sobre la
base de unas proyecciones de un precio promedio del petróleo (Brent) de US$67
por barril, mientras que en momento de escribir estas líneas está en US$32,3.
Por otra parte, la devaluación del peso, que en lo corrido del año ha
sido de un 20%, significará unos mayores
egresos en pesos por concepto de intereses de deuda externa, cuyo efecto,
frente a las proyecciones del MFMP podría ser de alrededor de $1,7
billones.
¿Qué hacer en
este panorama? Lo que sea necesario, es el lema para la política fiscal en
estos momentos propuesto por Oliver
Blanchard, del Instituto Peterson de Economía Internacional. No es el
momento de ortodoxias. Se trata como lo han señalado varios autores, de una
“economía de guerra”. Tendremos que aumentar la deuda pública, por encima de
los límites impuestos por la Ley de la Regla Fiscal. Recordemos que el artículo
11 de la Ley 1473 de 2011 señaló que “en los eventos extraordinarios que
comprometan la estabilidad macroeconómica del país, y previo concepto del
CONFIS, se podrá suspender temporalmente la aplicación de la regla
fiscal”. Difícil encontrar en la
historia económica reciente de Colombia un evento que amenace más nuestra
estabilidad macroeconómica que este por el que estamos atravesando.
Además del
gasto enorme en salud, es necesario enfrentar la interrupción de los canales de
transmisión de liquidez y evitar por esta vía una caída más pronunciada en la
demanda agregada. Si una empresa no está
vendiendo, tarde o temprano tendrá que dejar de pagar a sus trabajadores, por
simple ausencia de recursos para hacerlo. Los trabajadores, a su vez,
disminuirán su gasto, lo cual afectará la venta de otras empresas, que a su vez
tendrán que despedir más trabajadores, y así en un círculo vicioso infernal que
puede dejar a la economía en una depresión profunda de la cual va a ser muy
difícil recuperarse.
Es necesario
ponerle un dique de contención a esta epidemia de iliquidez. Ello supone actuar en varios frentes:
a) Apoyar
a los sectores vulnerables. Ya el
gobierno ha dispuesto que se aumentarán los montos dirigidos a los principales
programas asistenciales de que se dispone hoy en dia: familias en acción,
adulto mayor y jóvenes en acción, y devolución del impuesto sobre las ventas.
Por otra parte, mediante el decreto 518 del 4 de abril se creó el Programa de
Ingreso Solidario, mediante el cual se entregarán transferencias monetarias no
condicionadas en favor de personas y hogares en situación de vulnerabilidad que
no sean beneficiarios de estos programas. Esto operará mediante giros directos
a las cuentas de los beneficiarios, lo cual supone una amplia colaboración del
sector financiero, utilizando para ello las tecnologías de información y de
pagos de que hoy dispone.
b) Apoyo
a la actividad empresarial. Para contener las consecuencias de la difícil
situación actual sobre la demanda agregada, y evitar además que se presenten
consecuencias irreversibles sobre la capacidad productiva del país, por ejemplo,
por la quiebra y desaparición de múltiples empresas, es necesario proveer de
liquidez a las empresas, y estimular que no suspendan los contratos de
trabajo. Pueden utilizarse esquemas similares
a los de Alemania y Francia, en los cuales el estado se ha comprometido a
asegurar el pago de las nóminas. La
propuesta en nuestro caso es muy simple:
el gobierno puede otorgarle un crédito con bajas intereses y a un plazo
mediano (tres años, por ejemplo) por el valor del 60% de los ingresos bases de
liquidación reportados por las empresas en la Planilla Integrada de Liquidación
de Aportes a la seguridad social (PILA) en la liquidación correspondiente al
mes de febrero. Estos créditos pueden ser provistos por las entidades
financieras con el respaldo del Fondo Nacional de Garantías, que va a recibir
importantes recursos del Fondo de Mitigación de Emergencias, creado por
el Decreto 444 de 2020. Tiene la ventaja
contable que la contrapartida del gasto es un activo, con lo cual no se aumentaría
el déficit del sector público.
Fuentes de financiación.
¿De dónde obtendrá los recursos
el gobierno nacional? En primer lugar, es necesario contar con créditos de las
entidades multilaterales como el Banco Mundial, el BID, y la CAF. Colombia
tiene una línea de crédito vigente con el Fondo Monetario Internacional, pero
esos recursos son enfrentar situaciones difíciles en la balanza de pagos, y no
para atender gastos fiscales.
Es necesario reunir recursos
internos. Considero personalmente que es muy conveniente la idea de utilizar
los recursos del Fondo de Ahorro y Estabilización (FAE), y del Fondo de
Pensiones Territoriales (FONPET).
Recordemos que el FONPET fue
creado en 1999 (ley 549) para obligar a departamentos y municipios a destinar
recursos para atender sus obligaciones pensionales, puesto que la gran mayoría
de ellas, no habían constituido reservas para hacer frente a estos pasivos. Se
alimenta con recursos del Sistema General de Participaciones, del Fondo Nacional
de Regalías, así como con una participación del valor recaudado por la nación
en las privatizaciones de entidades nacionales
Ha surgido una polémica sobre los
recursos de este último fondo, que ha llevado a algunos comentaristas a plantear
que se ha presentado una expropiación de recursos de las entidades
territoriales. Quienes así piensan, creen tal vez que esos fondos estaban bajo
la forma de billetes en una caja fuerte bajo la vigilancia de su administrador
(Ministerio de Hacienda). Nada más
alejado de la realidad. Estos recursos se invierten en hoy en títulos de deuda,
tanto del gobierno como de entidades financieras. Lo que establece el decreto
444 es muy simple: una parte de estos recursos pueden ser prestados a la
Nación, en un plazo máximo de diez años, reconociendo una tasa de interés de
mercado. Se establece que si el FONPET necesita recursos para que un
departamento atienda obligaciones pensionales, el gobierno deberá adelantará
las amortizaciones necesarias para enfrentar esta situación.
Si antes los recursos podían ser
prestados a la nación haciendo que el FONPET invirtiera en TES, hoy lo puede
hacer en un activo igual de seguro: un pagaré firmado por la Nación. Recordemos
que el FONPET no encontrará en moneda nacional un emisor tan seguro, con la
ventaja de que se le reconocerá, no la tasa de interés de los TES, sino una tasa de interés de mercado.
La junta directiva del Banco de
la República ha tomado varias medidas destinadas a inyectarle
liquidez a la economía. Además de reducir la tasa de interés de intervención en
su sesión del 27 de marzo, anteriormente (sesión del día 20) había autorizado
al Banco a comprar títulos de deuda privada y de deuda pública (TES) como instrumento
permanente de liquidez. Recordemos que la política normal de expansión monetaria
consiste en prestarle dinero a los bancos a través de las operaciones REPO, mediante
los cuales se inyecta liquidez de manera transitoria prestándole dinero a los bancos
garantizados por títulos de deuda pública. Con el nuevo esquema se compran
estos títulos a los bancos, aumentando la base monetaria. Es la expresión colombiana
del “facilitamiento cuantitativo” (quantitative easing) con el cual tanto la Reserva
Federal como el Banco Central Europeo enfrentaron la crisis financiera del
2008.
¿Qué tiene que ver esto con la
política fiscal? Pues bien, el gobierno puede hoy emitir TES, en los montos que
requiera. Los creadores de mercado, entidades financieras que participan en las
subastas de estos títulos, pueden adquirirlos sin el temor de que se vaya a
presentar una desvalorización de ellos, porque las compras del banco central sostendrán
su precio. Es una manera indirecta de proveerle recursos al gobierno, sin necesidad
de utilizar el crédito directo, que según el articulo 373 de la Constitución, exige la aprobación unánime
de la junta directiva. Si bien no hay que descartar esta posibilidad, debe
tenerse en cuenta que la compra de títulos de deuda pública por parte del banco
constituye una buena alternativa.
Confiemos en que el gobierno hará un muy buen uso de los recursos puestos a su disposición con las disposiciones dictadas en la emergencia. Por supuesto que hay que combatir la corrupción, pero será necesario entender que todos estamos aprendiendo sobre la marcha, y que indudablemente habrá equivocaciones en la concepción y en la implementación de las medidas. Pero este es un momento en que los funcionarios tienen que asumir riesgos. Esperemos que ni la Corte Constitucional, ni el Congreso (cuando decida sesionar), ni los organismos de control obliguen a los funcionarios públicos a librar esta gigantesca batalla con las manos amarradas.
Comentarios
Qué lástima.
Tan eminentes economistas enfrascados en una discusión de índole puramente fiscalista y monetario (regla fiscal, subsidios, déficits, empréstitos, encajes, títulos, etc.)…
¿Pero, dónde está la economía política.?
El asunto es el modelo …. El del crecimiento y el del desarrollo económico .
Y ello implica poner sobre el tapete el asunto de la acumulación de capital en Colombia . Y más que ello , el modelo precapitalista y señorial colombiano.
Modelo que ahora se desnuda en medio de la crisis sanitaria, exponiendo todas sus vergüenzas estructurales.
Modelo de crecimiento anclado en los recursos extractivos y en los privilegios que gozan sectores parasitarios .
Modelo que mal reemplaza uno sustentado en la inteligencia, el trabajo , la creatividad y los recursos naturales renovables (agua, diversidad biológica, etc.) puestos en valor.
Se esperaría que esos doctos colegas pensaran en las opciones de deconstrucción de este modelo precapitalista , salvaje y perverso.
Y de la construcción de un nuevo paradigma económico y social colombiano que aliente un verdadero sistema capitalista, democrático, orientado a asegurar un estado de bienestar…