
El informe global de competitividad nos muestra que hemos ascendido unos puntos en la competitividad. Sin embargo, solo volvimos al sitio que teníamos en el 2007. Por otra parte el informe da cuenta de un deterioro notable en los factores ligados al funcionamiento de las instituciones
Acaban de salir publicados dos informes importantes de comparación entre países: el Informe Global de Competitividad (WCR) 2008-2009 publicado por el Foro Económico Mundial y el informe “Haciendo Negocios 2010” publicado por el Banco Mundial. En principio, ambos producen buenas noticias para Colombia.
En el informe global de competitividad Colombia subió cinco puestos frente al informe anterior (2008-2009), puesto que ahora estamos en el renglón 69, frente al 74. Claro que frente al informe 2007-2008, volvemos al sitio en que estábamos. En el informe “Haciendo Negocios” progresamos 12 puestos, al pasar del 59 al 37 a nivel mundial. Analicemos en esta entrada los resultados del primero de estos informes
Los autores del Informe global de competitividad (GCR) entienden la competitividad como “el conjunto de instituciones, políticas y factores que determinan el nivel de productividad de un país”. Una economía más competitiva está en capacidad de producir un nivel más alto de ingreso para sus ciudadanos. Los datos del WCR se obtienen procesando datos sobre los países, pero sobre todo utilizando una encuesta realizada a 13000 ejecutivos en el mundo (aproximadamente 91 por país incluido en el informe) a quienes se les interroga sobre la calificación que le da en el país correspondiente a cada uno de los factores incluidos en el índice de competitividad.
Los factores de competitividad se agrupan en tres grandes categorías: requerimientos básicos, potenciadores de eficiencia, y factores de innovación y sofisticación. El peso que se le da a cada uno de ellos para determinar el puntaje total es diferencial, según el grado de desarrollo de cada país. Los “requerimientos básicos” comprenden aspectos tales como las Instituciones, la Infraestructura, la Estabilidad Macroeconómica y la Salud y la Educación. En el caso Colombiano, obtuvimos en el ponderado de estos factores una calificación de 4.1, inferior a la del informe anterior (4.2). En el ranking mundial retrocedimos seis puestos, al pasar del 77 al 83. Algo semejante sucedió en infraestructura, en el que descendimos tres puestos (del 80 al 83) y en salud y educación primaria (puesto 67 al 72). Dentro de la categoría “requerimientos básicos” solo ascendimos en “estabilidad macroeconómica”, factor en el cual, a pesar de descender ligeramente de calificación, subimos del puesto 88 al 72.
Pero al mirar los factores agrupados bajo el título “Instituciones” el panorama es preocupante, como lo ilustra el cuadro adjunto. Descendimos 14 puestos en el ranking mundial, al pasar del sitio 87 al 101. En casi todos sus componentes descendimos, tanto en calificaciones (quien esté interesado puede consultarlas en el informe), como en el ranking. Es decir, somos un país más desinstitucionalizado. Vale la pena señalar el empeoramiento que obtuvimos en “desviación de fondos públicos”, “confianza del público en los políticos”, “independencia judicial”, “favoritismo en decisiones de funcionarios del gobierno” y “desperdicio del gasto público”.
El lector se preguntará, con razón, cómo es posible que, habiéndonos ido tan mal en los “requerimientos básicos” de la productividad, hayamos podido subir cinco puntos en el ranking mundial. La respuesta es sencilla y los autores del informe (pag 8) nos aclaran ese punto en la explicación de la metodología: estos requerimientos básicos, que tienen una ponderación del 60% en países que están en las etapas iniciales del desarrollo (etapa jalonada por los factores de producción), para un país como Colombia solo tienen un peso del 40%. Como en los otros factores mejoramos la calificación (sobre estos, y sobre el informe del Banco Mundial volveremos en una próxima entrada), pudimos pasar. Nos salvó el sistema de calificación utilizado por el profesor. Pero eso no quiere decir que no debamos preocuparnos por los pobres resultados obtenidos en los aspectos institucionales. A la luz de los últimos acontecimientos, lo más probable es que el próximo informe nos indique que en el 2009 seguimos empeorando.
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