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Caída en precios del petróleo, balanza de pagos, y tasa de cambio. ¿Qué está pasando? Tercera parte.


La caída en los precios del petróleo tendría inevitablemente consecuencias en la tasa de crecimiento del PIB y en en el ingreso nacional.


 
En esta primera entrada del año continuamos con el análisis de los grandes temas macroeconómicos que están afectando a la economía colombiana con motivo de la caída en los precios del petróleo y de  la devaluación que ella ha originado, tema que empezamos a analizar en  nuestras dos entradas anteriores. Recordemos que el déficit en la cuenta corriente del país con el resto del mundo ha aumentado, y la inversión extranjera, que financió (más bien sobre-financió) dicho déficit en los últimos años, ha caído. La disminución en la oferta de dólares y el aumento en su demanda, por retiro de capitales de corto plazo y por un comportamiento natural de muchos agentes por protegerse de la devaluación o por sacar partido de ella ha presionado aún más hacia arriba la tasa de cambio. 
Entonces, de la misma manera en que los ingresos de capitales impidieron en los años anteriores la devaluación en la tasa de cambio, la caída en la inversión extranjera y la salida de  capitales de corto plazo han explicado la sobre-reacción en el precio del dólar.
Ahora nos interesa mirar cuáles pueden ser las consecuencias de esta situación tanto en el crecimiento económico como en el ingreso de los residentes en Colombia.
Se supone que una mayor tasa de cambio debe permitir una mayor competitividad de las exportaciones colombianas diferentes a petróleo y carbón. Pero no es de esperarse que ese efecto se produzca en al corto plazo. La recuperación en exportaciones industriales y agrícolas puede tomar tiempo: los exportadores necesitan estar convencidos que la mejora en la tasa de cambio es duradera para acometer las inversiones necesarias y para comenzar a reabrir los mercados que se habían perdido. Por otro lado, no se puede contar con los mercados naturales que en el pasado fueron importantes para Colombia, como Venezuela y Ecuador. El primero llegó a representar un 17% de nuestras exportaciones en el 2008, pero en el 2014 esa participación era solo del 3,6%. La contracción del ingreso de los venezolanos, el cierre del comercio, las dificultades de pago a los exportadores y la devaluación persistente del bolívar explican este comportamiento. No hay posibilidad ninguna de recuperación en el corto plazo de las ventas hacia  Venezuela. En cuanto a Ecuador cuya participación e nuestras exportaciones descendió del  6,3% al 3,3% entre 2005 y 2014, también ha sido afectado por los precios del petróleo, con el agravante de que su dolarización le impide compensar esa caída con instrumentos cambiarios o monetarios. Su única respuesta posible es la contracción en su ingreso (devaluación interna, como se llama este fenómeno al interior de la zona euro), o el abandono del “fair play” frente al comercio internacional, como lo acaba de hacer al imponer un arancel “compensatorio” a las exportaciones colombianas, violando con ellos las  normas de la Comunidad Andina de Naciones. Vale la pena señalar que Colombia no reaccionó de la misma manera cuando se devaluó la moneda ecuatoriana (el dólar de los Estados Unidos) frente al peso en los años anteriores.
Por el lado de las importaciones, pueden disminuir, en principio por efecto precio (son más caras en pesos colombianos), y posteriormente por efecto ingreso, pero esto última sería consecuencia de la caída en el consumo interno y en la inversión privada, aspecto sobre el cual hablaremos más adelante.
En cuanto al crecimiento económico, solo disponemos de datos en este momento hasta el tercer trimestre del año anterior. Ese crecimiento anual es  del 4,2%. Pero en este blog, en ocasiones anteriores (ver aquí y aquíhemos trabajado con el “crecimiento trimestral anualizado”, que es el indicador que utiliza, por ejemplo la Oficina de Análisis Estadístico (BEA por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos.  Se calcula el dato el crecimiento de un trimestre con relación al trimestre inmediatamente anterior[1], y este dato se “anualiza”, es decir, se calcula cuál sería el crecimiento anual de continuar con la misma velocidad del último trimestre[2]. Una multiplicación por cuatro da una medida aproximada. En realidad se adopta un procedimiento semejante al utilizado para convertir una tasa de interés trimestral en una tasa efectiva anual, y el resultado es algo superior a la multiplicación por cuatro.  Es equivalente a lo que hace un velocímetro para saber la velocidad a que va un automóvil: no nos dice cuántos kilómetros se han recorrido en la última hora, sino que el dato de los kilómetros recorridos en un segundo se multiplica por 3600. Este dato del velocímetro es mucho más importante para determinar las reacciones del conductor, en términos de si le conviene acelerar o desacelerar.  También el crecimiento económico en el instante más pequeño posible (un trimestre es la medida más pequeña posible, desde el punto de vista técnico, para calcular las grandes variables macroeconómicas).
Obviamente, los datos resultantes son más volátiles, es decir, inestables, como lo muestra el gráfico adjunto, elaborado con este procedimiento. Pueden radicalmente entre un trimestre y el siguiente.
 
Fuente: Elaborado a partir de las cifras del DANE, cuentas nacionales trimestrales.
Después de un primer trimestre particularmente bueno en el 2014  (10,6% de crecimiento anual), se pasó a una caída en el segundo trimestre y a una modesta tasa del 2,6% en el tercero.
Todavía no es de esperarse que se vean los resultados en el PIB de una caída en los precios de los productos básicos que exporta Colombia. Ello por dos razones. En primer lugar, porque estas tasas de crecimiento miden el producto “real”, es decir, buscan aislar el efecto del comportamiento de los precios. Si el número de barriles que Colombia sigue produciendo, así haya caído el precio, el PIB real petrolero se mantiene. El PIB total es la suma de los PIB reales de cada uno de los sectores económicos.  Si un país sigue produciendo las mismas cantidades (en términos de barriles, toneladas, litros, etc), pero el precio de estas cantidades es menor, ello no afecta de manera directa la medición de su Producto Interno Bruto calculado en términos reales.  
Quiere ello decir que una caída de precios internacionales de los productos exportados no tiene ningún efecto en la calidad de vida de los habitantes de Colombia? Por supuesto que lo tienen. Pero para ello es conveniente utilizar otra variable macroeconómica diferente, se trata del “ingreso nacional”, que se define como el ingreso recibido por las unidades económicas (personas, empresas, gobierno), residentes en el territorio nacional.  
Para entender lo anterior, vale la pena recordar que la actividad productiva interna no se refleja totalmente en ingresos de las unidades económicas residentes. Las utilidades en Colombia de una empresa multinacional generan ingresos a un agente económico extranjero.  Lo contrario pasaría con una filial en el extranjero de una empresa colombiana (son ingresos de residentes en Colombia). Por otra parte, las remesas de los trabajadores colombianos que viven en el exterior aumentan los ingresos de sus familias, que estas pueden orientar hacia la compra de bienes de consumo, hacia la inversión (por ejemplo en vivienda) o hacia el ahorro.  Es decir, pueden aumentar, vía demanda, el producto interno bruto del país.
Por otra parte, el ingreso real de los agentes económicos que residen en Colombia, debe reflejar los cambios en la capacidad de compra en bienes y servicios frente al resto del mundo. Se deben reflejar por lo tanto las alteraciones que se presentan en los precios relativos entre los productos que exportamos (por ejemplo, café, petróleo, carbón) y los que importamos (insumos industriales u agrícolas, maquinaria, automóviles, etc). Esto nos mide la mejora o deterioro en "los términos de intercambio" del país.  Cuando el petróleo subió,  nuestros términos de intercambio mejoraron. Ahora nos toca vivir la situación inversa.
La caída en los precios del petróleo o del carbón debería reflejarse entonces en los ingresos de los agentes económicos que residen en Colombia. Si los consumidores tienen menos ingresos, demandarán menos bienes, lo cual obliga a los productores a reducir producción. Si las empresas saben que van a vender menos, disminuirán la inversión. Es posible que como resultado de todos estos procesos mejore la balanza del comercio exterior colombiano (especialmente por la caída en las importaciones), pero a qué velocidad, es imposible saberlo en estos momentos.   No voy a aventurarme con cálculos específicos sobre el efecto de todos estos fenómenos, que como habrá apreciado el lector, son bastante complejos e interrelacionados. Simplemente quiero citar que un  estudio del Fondo Monetario Internacional [3]de mediados del año pasado calculaba que una caída en los precios del petróleo de US10 podría reflejarse en una disminución en la tasa de crecimiento del PIB en medio punto, seis meses después del shock. Una baja de sesenta dólares significaría, por este solo hecho, una disminución de tres puntos en la tasa de crecimiento de la economía.
Todavía nos falta ver los efectos de esta situación en las cuentas fiscales del país. Este será el objeto de nuestra próxima entrada.


[1] Siempre y cuando se trabaje con datos desestacionalizados, es decir aquellos que aislan las fluctuaciones predecibles en un mismo período. Siempre se sabe, por ejemplo, que en Colombia normalmente la producción y las ventas aumentan en los últimos meses del año. El DANE publica datos trimestrales desestacionalizados.
[2] Ver Bureau of Economic Analysis. Concepts and methods of the US National Income and Product Accounts. Julio 2008. El lector interesado lo puede conseguir aquí. http://www.bea.gov/national/pdf/NIPAhandbookch1-4.pdf. La fórmula utilizada está en la página 77
[3] “Colombia: Assessing Spillover Risks”. Selected Issues Paper No. 14/467.Se puede consultar aquí. http://www.imf.org/external/pubs/ft/scr/2014/cr14167.pdf
 
 

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