El Foro Económico Mundial acaba de publicar por primera vez su Informe de Desarrollo Financiero, en un momento particularmente oportuno. Aparece precisamente cuando la crisis hipotecaria de Estados Unidos ha obligado a la Secretaría del Tesoro y a la Reserva Federal a cambiar completamente los esquemas de intervención sobre el sector, a oficializar entidades financieras, a proponer un gigantesco programa de ayuda financiado con recursos públicos, y cuando las cinco grandes firmas de banca de inversión (Bear Stearns, Lehman Brothers, Merrill Lynch, Morgan Stanley, y Goldman Sachs) desaparecen, o son absorbidas por otros bancos tradicionales.
Llama la atención que el país que encabeza en dicho informe el ranking de desarrollo financiero es precisamente el que es hoy el epicentro de la crisis financiera: Estados Unidos. El índice cataloga a este país como el cuarto a nivel mundial en términos “Indice de Estabilidad” y el primero en el factor “Propiedad pública de bancos”. Es decir, es aquél donde el peso de la banca oficial es menor. Recordemos que, de acuerdo a la metodologia del WEF, una alta propiedad pública de los bancos es un factor negativo. Las cosas comenzaron a cambiar en la semana misma de presentación del informe, con la oficialización de Freddie Mac, Fannie Mae y AIG, los primeros, posiblemente, de una larga lista.
Lo anterior nos sirve para relativizar un poco estos informes. En momentos en que existe consenso general entre los estudiosos del tema, e incluso entre los candidatos a la Presidencia de los Estados Unidos, de que la débil regulación sobre el sistema financiero facilitó que los bancos fueran notoriamente imprudentes en la administración de sus riesgos, no aparece en este informe un indicador sobre la calidad de la regulación financiera. Simplemente existe un indicador sobre el “burden of government regulation” (peso de la regulación económica), que envíe el mensaje de que menor regulación es siempre lo mejor. Esto es simplemente la consecuencia de la metodología: estos indicadores institucionales son el resultado de encuestas a ejecutivos. Valga la pena recordar que no siempre lo que le conviene a los empresarios individuales es lo que le conviene a la sociedad.
Aún con el beneficio de inventario con el que es necesario mirar estos informes, vale la preguntarse: ¿Cómo le fue a Colombia? Dentro de los 52 países estudiados, ocupamos el puesto 44 en el índice general de desarrollo financiero. Dentro de los países de América Latina fuimos superados ampliamente por Chile (30) y Panamá (32). Dentro de la región solamente estamos por arriba de Perú, Argentina, y Venezuela (último de la tabla). En ninguno de los grandes pilares del desarrollo financiero identificados por el WEF obtuvimos un ranking mejor que el puesto 35 (en el pilar ambiente de negocios). En el pilar mercados financieros obtuvimos un deshonroso puesto 47.
¿En qué indicadores específicos nos fue bien? Aparentemente somos los campeones mundiales en los “costos de cerrar un negocio”, es decir somos los más eficientes en acabar empresas. Suena mal, pero yo sí creo que un negocio que no esté generando valor a la sociedad, ni tenga posibilidades de recuperación, debe terminarse, rápido y al menor costo posible. Este indicador se calcula como porcentaje del costo del cierre como proporción del valor patrimonial del negocio, e incluye costos legales, honorarios de abogados y contadores, gastos administrativos de la liquidación, etc. Sería interesante el adelanto de un proyecto de investigación para estudiar este tema, a fin de corroborar o no esa honrosa posición en que nos han colocado los ejecutivos entrevistados por el WEF. Habrán tenido ellos en cuenta el hecho de que en la gran mayoría de liquidaciones decretadas judicialmente el patrimonio de los accionistas se reduce a cero, y que incluso no alcanzan a pagarse la totalidad de las deudas? He aquí un tema interesante de investigación.
Compartimos con 21 países (de América Latina, únicamente Brasil), el primer lugar en el indicador “vulnerabilidad a la dolarización”, que busca medir los riesgos en sistema de pagos derivados de una dolarización del sistema bancario doméstico. Los reguladores y los bancos aprendieron las lecciones de la crisis del 82 y del 99.
En el indicador “costo de registrar propiedades” ocupamos un puesto 18. A juzgar por las historias que comienzan a conocerse sobre la facilidad con la que los grupos ilegales han registrado a su favor propiedades arrebatadas a sus víctimas, tal vez lo que se necesita en este tema es una mayor vigilancia.
Estamos en los últimos lugares en “Depósitos bancarios con relación al PIB” (puesto 50), y superamos únicamente a Nigeria. ¿Qué le pasa a nuestro sector financiero? Será todo consecuencia del aberrante 4 por mil? Ocupamos el puesto 48 en “Deuda privada con relación al PIB”. Ojo, aquí no se trata de la deuda bancaria de las empresas o de los hogares. Estamos hablando de títulos transables de deuda nacional e internacional emitida por emisores corporativos privados. Ocupamos el puesto 42 en “disponibilidad de capital de riesgo”, el 43 en “facilidad de acceso al mercado accionario local, y el 41 en “Facilidad de acceso a préstamos”.
Con todas las limitaciones que pueda tener este informe, estudiarlo detenidamente nos puede dar luces sobre el estado de desarrollo de un sector clave para la competitividad del país.
Llama la atención que el país que encabeza en dicho informe el ranking de desarrollo financiero es precisamente el que es hoy el epicentro de la crisis financiera: Estados Unidos. El índice cataloga a este país como el cuarto a nivel mundial en términos “Indice de Estabilidad” y el primero en el factor “Propiedad pública de bancos”. Es decir, es aquél donde el peso de la banca oficial es menor. Recordemos que, de acuerdo a la metodologia del WEF, una alta propiedad pública de los bancos es un factor negativo. Las cosas comenzaron a cambiar en la semana misma de presentación del informe, con la oficialización de Freddie Mac, Fannie Mae y AIG, los primeros, posiblemente, de una larga lista.
Lo anterior nos sirve para relativizar un poco estos informes. En momentos en que existe consenso general entre los estudiosos del tema, e incluso entre los candidatos a la Presidencia de los Estados Unidos, de que la débil regulación sobre el sistema financiero facilitó que los bancos fueran notoriamente imprudentes en la administración de sus riesgos, no aparece en este informe un indicador sobre la calidad de la regulación financiera. Simplemente existe un indicador sobre el “burden of government regulation” (peso de la regulación económica), que envíe el mensaje de que menor regulación es siempre lo mejor. Esto es simplemente la consecuencia de la metodología: estos indicadores institucionales son el resultado de encuestas a ejecutivos. Valga la pena recordar que no siempre lo que le conviene a los empresarios individuales es lo que le conviene a la sociedad.
Aún con el beneficio de inventario con el que es necesario mirar estos informes, vale la preguntarse: ¿Cómo le fue a Colombia? Dentro de los 52 países estudiados, ocupamos el puesto 44 en el índice general de desarrollo financiero. Dentro de los países de América Latina fuimos superados ampliamente por Chile (30) y Panamá (32). Dentro de la región solamente estamos por arriba de Perú, Argentina, y Venezuela (último de la tabla). En ninguno de los grandes pilares del desarrollo financiero identificados por el WEF obtuvimos un ranking mejor que el puesto 35 (en el pilar ambiente de negocios). En el pilar mercados financieros obtuvimos un deshonroso puesto 47.
¿En qué indicadores específicos nos fue bien? Aparentemente somos los campeones mundiales en los “costos de cerrar un negocio”, es decir somos los más eficientes en acabar empresas. Suena mal, pero yo sí creo que un negocio que no esté generando valor a la sociedad, ni tenga posibilidades de recuperación, debe terminarse, rápido y al menor costo posible. Este indicador se calcula como porcentaje del costo del cierre como proporción del valor patrimonial del negocio, e incluye costos legales, honorarios de abogados y contadores, gastos administrativos de la liquidación, etc. Sería interesante el adelanto de un proyecto de investigación para estudiar este tema, a fin de corroborar o no esa honrosa posición en que nos han colocado los ejecutivos entrevistados por el WEF. Habrán tenido ellos en cuenta el hecho de que en la gran mayoría de liquidaciones decretadas judicialmente el patrimonio de los accionistas se reduce a cero, y que incluso no alcanzan a pagarse la totalidad de las deudas? He aquí un tema interesante de investigación.
Compartimos con 21 países (de América Latina, únicamente Brasil), el primer lugar en el indicador “vulnerabilidad a la dolarización”, que busca medir los riesgos en sistema de pagos derivados de una dolarización del sistema bancario doméstico. Los reguladores y los bancos aprendieron las lecciones de la crisis del 82 y del 99.
En el indicador “costo de registrar propiedades” ocupamos un puesto 18. A juzgar por las historias que comienzan a conocerse sobre la facilidad con la que los grupos ilegales han registrado a su favor propiedades arrebatadas a sus víctimas, tal vez lo que se necesita en este tema es una mayor vigilancia.
Estamos en los últimos lugares en “Depósitos bancarios con relación al PIB” (puesto 50), y superamos únicamente a Nigeria. ¿Qué le pasa a nuestro sector financiero? Será todo consecuencia del aberrante 4 por mil? Ocupamos el puesto 48 en “Deuda privada con relación al PIB”. Ojo, aquí no se trata de la deuda bancaria de las empresas o de los hogares. Estamos hablando de títulos transables de deuda nacional e internacional emitida por emisores corporativos privados. Ocupamos el puesto 42 en “disponibilidad de capital de riesgo”, el 43 en “facilidad de acceso al mercado accionario local, y el 41 en “Facilidad de acceso a préstamos”.
Con todas las limitaciones que pueda tener este informe, estudiarlo detenidamente nos puede dar luces sobre el estado de desarrollo de un sector clave para la competitividad del país.
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